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Manuscrito 2


A PESAR DE TODO, ASOMBROSA EXACTITUD

En los manuscritos que han llegado a nuestras manos hay en verdad "errores de oído", "errores de vista", y otras clases de equivocaciones.

Pero lo asombroso es que la Biblia se haya conservado tan bien. Aunque copiado millares de veces a mano, la enorme cantidad de manuscritos demuestran que poseemos lo que casi pudiéramos llamar un consecuente y auténtico texto bíblico.

Hay una afirmación clásica respecto a la exactitud del Nuevo Testamento, formulada por dos grandes eruditos de la pasada generación, Westcott y Hort: "Las palabras que en opi­nión nuestra aún son dudosas apenas constituyen una milésima parte del Nuevo Testamento" (F. F. Westcott y F. J. A. Hort, editores, New Testament in Original Greek, 1882, vol. II, Intro­ducción, p. 2).

Uno de los factores que contribuyeron a la exactitud del Antiguo Testamento fue la creencia judía en el carácter sagrado de las Escrituras.

Respecto a éstas decía Josefo: "...nadie se ha atrevido a añadir, quitar o alterar ni siquiera una sílaba..." (véanse Deuteronomio 4:2 y Jeremías 26:2).

El hecho es que las Escrituras judías se copiaban con escrupuloso cuidado. Los escribientes eran los guardianes de los escritos sagrados en tiem­pos bíblicos, a quienes históricamente sucedieron los masoretas (palabra que significa "transmisores").

Los masoretas florecieron entre los años 500 y 100'0 n.C., y sus esfuerzos por conservar el texto bíblico fueron laboriosos y casi increíbles. Los masoretas conservaron tan perfectamente el Antiguo Testamento, que su obra nos ha llegado como texto patrón, y se le llama "texto ma­sorético", conocido también por la abreviatura TM.

 

CAMBIOS DELIBERADOS

Debe observarse que en algunas ocasiones hubo copistas que deliberadamente introdujeron cambios en el texto. A veces creían aclarar así un punto doctrinal. En otras ocasiones creían resolver una contradicción. Pero mejor hubieran dejado el texto tal como estaba.

Algunos copistas colocaban sus cambios en el margen, pero otros los incorporaban en el texto. Hoy día la crítica textual tiene que entresacar lo falso de lo verdadero.

 

VARIACIONES ESENCIALMENTE INSIGNIFICANTES

Aunque hay variaciones en los textos bíblicos, más en el Nuevo que en el Antiguo Testamento, la mayoría son de im­portancia mínima, y ninguna gran verdad doctrinal se pone en tela de juicio por errores textuales. Los muchos manuscritos suministran un testimonio colectivo para dotarnos de un texto utilizable y esencialmente exacto.

Probablemente no haya en el Nuevo Testamento ningún pasaje cuya redacción correcta no se haya conservado. El conocido erudito Federico Kenyon dice que "ninguna doctrina fundamental de la fe cristiana se basa en una redacción controvertida". Añade este comentario: "Jamás será demasiado el énfasis que pongamos al afirmar que, en esencia, el texto de la Biblia es cierto" (Aur Bible an the Ancient Manus­cripts, Revisado por A. W. Adams, Londres: Eyre y Spottis­ woode, 1958, p. 55).

 

 

ALGUNOS ANTIQUÍSIMOS MANUSCRITOS DE LA BIBLIA

Materia prima del crítico textual

Generalmente, cuanto más antiguo el manuscrito, más importante es, pero algunos manuscritos posteriores contienen textos muy antiguos y auténticos, en cuyo caso son tan impor­tantes como los ejemplares más antiguos.

Los manuscritos bíblicos no son exactamente iguales, y la crítica textual ha de determinar el texto correcto. El experto cuenta con manuscritos del Antiguo Testamento que datan desde el siglo tercero a.C. hasta el Siglo XII D.C., además de antiguas traduc­ciones en arameo, griego, siriaco, latín y otros idiomas. En cuanto al Nuevo Testamento, tiene documentos que datan desde principios del siglo segundo D.C. hasta el siglo XVI, además de antiguas traducciones en varios idiomas, especialmente latín, si­riaco y copto.

A continuación anotamos algunos de los principales manus­critos que datan del siglo segundo A.C. hasta el siglo quinto D.C.


Rollos del Mar Muerto

Hasta 1947 nuestro más antiguo manuscrito del Antiguo Testamento hebreo, excepto fragmentos relativamente sin impor­tancia, databan de finales del siglo IX D.C. Nuestro más antiguo manuscrito del Nuevo Testamento era mucho más antiguo (en casi ocho siglos) que nuestros más viejos manuscritos del Anti­guo Testamento.

Pero ahora contamos con ejemplares de textos hebreos precristianos.

Los primeros rollos del mar Muerto se descubrieron en 1947 en una cueva cerca de Qumram, al noro­este del mar Muerto. El primer descubrimiento incluía un rollo completo de Isaías en hebreo, uno de los más antiguos que se hayan descubierto, con fecha del siglo segundo A.C. Éste, como muchos de los otros rollos del mar Muerto, concuerda en forma admirable con el texto reconocido del Antiguo Testamento, el texto masorético.

Fue el primero de los materiales de Qumram que se haya publicado, y todavía es el mejor conocido. Después de los primeros descubrimientos, se exploraron sistemáticamente otras cuevas y se descubrieron materiales de cada libro del An­tiguo Testamento, excepto el de Ester.

También aparecieron comentarios bíblicos y otras clases de obras literarias. El gran valor de los rollos está en que sus textos hebreos constituyen vigoroso testimonio en cuanto a la confianza que merece el Antiguo Testamento que hemos conocido durante siglos.

Los Ro­llos del mar Muerto constituyen el más dramático descubrimiento relativo al Antiguo Testamento en lo que va de siglo.

 






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